miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 34



-¿Qué pasa? ¿Por qué esas caras? ¿Metí la pata, tal vez?- preguntó tu madre alternando la mirada para uno u otro lado
-Permiso, voy a lavar los platos mientras charlan ustedes
-No, no hay nada que decir, Pau quedate- le pediste
-Quizás...quizás te sirve hablar con ella, cualquier cosa estoy en la cocina- dijo tu novia con la voz temblorosa, recogiendo los platos y demás utensilios.
-No entiendo nada, Pedro, ¿que está pasando? No me asustes- te preguntó confundida y te advirtió.
-Es que guau... no se como llego esto a tus oídos ma... Es un tema que tenemos entre pinzas con Pau


Viste como ella miraba de reojo hacia la cocina, donde tu novia lavaba los platos. Viste como se acercaba, lentamente a tu cabeza.


-¿Es que acaso ella, no quiere al bebé? ¿Quiere abortar? ¿Es eso?- te preguntó en un susurro.


Sacudiste rápidamente tu cabeza, imaginando lo absurdo que sería eso, y al mismo tiempo cuanto te gustaría ver la panza de Paula hincharse día a día a causa de un primer hijo (claramente tuyo)

Observaste a tu mamá, sus hombros se relajaron, su rostro, con alguna pequeñas arrugas (a las que ella llamaba marcas de experiencia), también se relajó. Sus ojos miel volvieron a brillar y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.


-No mamá nada de eso, Paula nunca haría algo así, ni siquiera se le ocurriría. Es simplemente que hay una pequeña posibilidad de que seas abuela...
-Entonces Paula está?...
-No, ella no- respondiste seco sin querer avanzar más, pretendiendo que la conversación finalice acá, y que ella de por sentado el resto. Vamos, siempre fue una mujer inteligente.
-¿Ella no? ¿Qué diablos significa eso Pedro?
-Vamos mamá no me hagas decirlo siempre fuiste inteligente
-Menos cuando elegí a tu padre- te dijo con un dejo de tristeza
-No era necesario que lo traigas a colación
-Cada vez te entiendo menos hijo... explicate
-Pero que deje embarazada a otra mina mamá tanto te cuesta entenderlo?????- le gritaste.

Terminaste de gritar y miraste a las dos: a Paula que venía con cafés en una bandeja y a tu madre que te miraba sorprendida, desconocías si por la noticia o porque le gritaste.

-Traje café- dijo Paula apoyándolo sobre la mesa, y viste como su mirada tenía una mezcla de reproche para con vos y, tal vez, ... ¿tristeza?


No estabas preparado para este tema, la verdad que te aterraba ser padre, y más con alguien que no fuera Paula.


-Ok, no se si estoy preparada para esto, pero vamos a sentarnos al sillón- pidió tu mamá y supiste que esto no iba a ser corto.

-Me voy a recostar un rato- dijo Paula
-Nono querida, vení, acompañanos que vamos a charlar.


***


El living era muy acogedor.
Un sillón de tres cuerpos, y dos de un cuerpo. El de tres cuerpo estaba enfrentado a la chimenea, que con estas temperaturas era meramente decorativa.
En el medio, una mesita ratona con recuerdos de distintos viajes.
Entre los sillones individuales un par de portarretratos, en ninguno aparecía tu suegro, se ve que era un tema tabú, verdaderamente.


Pedro estaba a punto de tomar asiento en uno de los individuales, pero su madre le llamó la atención.

-¿A dónde vas Pedro?- preguntó Ana, y por primera vez sentiste la fuerza de su voz. Su postura era recta en una de las puntas del sillón de tres cuerpos. Si te preguntaran no podrías encontrar un parecido entre esta mujer y la que te recibió hablando de la lambada.
-A...¿Sentarme?- preguntó tu novio confundido.
-Acá- dijo ella.
-No pero a mi me gusta este asiento acá ves má porque yo...
-Acá Pedro- lo interrumpió ella implacable. Y a vos te hubiera encantado reirte, pero sabias que no era un buen momento.

-¿Quién es?- pregunto Ann, mientras los miraba a los dos a ver quien respondía primero.
-Su nombre es Silvia- dijo Pedro como si eso aportara mucho.
-Es la secretaria del edificio- continuaste- todavía no es seguro...

"Podía hablar?" le gesticulaste a Pedro mientras Ana miraba hacia otro lado.

-Y por qué no podrías hablar, querida?- te preguntó Ana volviendose a vos. Miedo.
-No...es que...yo...pense que...yo...e...no se- tartamudeaste volviendo a este el momento más incómodo de las ultimas horas.
-Querida, cuando seas mamá, vas a aprender a mirar sin ver, a escuchar sin siquiera oír, a sentir más allá- te dijo ella, cariñosamente, y se ve que la postura implacable era solo con Pedro.
-Claro, entiendo- dijiste sientiéndote aun más tonta si eso podía ser
-Y vos, no pensas decir nada? Cómo fue?
-Me estas jodiendo? Necesitas que te dibuje como se trae en bebé al mundo mamá?- le preguntó el irónicamente.

Vos pensabas que esa no fue una buena respuesta, y lo confirmaste al ver como se transformaba la cara de Ann, al tiempo que se giraba para quedar frente a frente con su hijo.

-Mirá querido, me importa un bledo que tengas más de 30 años, me escuchaste?- le dijo mientras rápidamente tomaba su oreja derecha entre sus dedos pulgar e índice, y lo sacudía.
-Ay mamá, soltame, soltame!- gritó Pedro para luego frotar su oreja con el ceño fruncido. No te rías- acotó mirandote cual nene de 5 años, no, quizás, 3 años.
-Te estoy preguntando que paso, por qué no sabes si es tu hijo, no te cuidaste?
-Si, las veces que estuve con ella me cuidé.


Ok. Esto era un poco incómodo para vos.


-Creo que me voy a retirar- empezaste a decir.
-Ch, vos, ahí- te retó ella y te sentiste una adolescente. Y eso fue lo que hiciste, retroceder.
-Me imagino que vos- dijo hablándole a Pedro- habrás pedido un ADN, y que vos- ahora señalándote a vos- no estará pensando abandonar el barco en plena tempestad no?
-Nono, yo no...yo...- y empezaste a tartamudear de nuevo
-No te estoy retando Pau- te dijo y viste como se levantaba para agacharse frente tuyo.

Viste como sus facciones se relajaban, viste dulzura en sus ojos, quizás la mirada de una madre, compasión, piedad, amor. La viste trasparente y protectora. Seria, pero sin rastros de un reto.

-Yo se que no me conoces, mi vida. Pero yo no necesito conocerte para ver la felicidad que le provocas a mi hijo. Te repito, cuando seas madre vas a sentir esto que te estoy diciendo, se vuelven tu prioridad. Pedro es mi hijo menor, es mi protegido, cada vez que me presentaba una novia, sabía que no era para él, no por clasista, ni superficial, sabía que el amor verdadero no le había llegado aún, le faltaba recorrer camino, le faltaba curar ciertas heridas de las que ya sabras. Hoy, por primera vez lo vi al 100%, lo vi feliz y radiante, lo vi bailando como hace años no lo hacía. Voy a cometer una infidencia pero hace días me viene llamando para asegurarse de que no te iba a hacer pasar un mal rato.  Por primera vez lo veo relajado. Relajado, feliz y protector con alguien que no soy yo, y lo que debiera darme celos me llena el alma de alegría, de regocijo, lo veo pleno, y se que es por vos. Y por otro lado - te dijo visiblemente emocionada- te veo a vos tan ahí para el, tan alegre, tan sensible, se que lo acompañas, porque yo hablo con mi hijo, pero ahora te lo estoy pidiendo yo, como mamá y como mujer, no dejes pasar un amor así- y tomó tu mano entre las suyas- no te permitas que alguien arruine esto, no necesito ver mucho porque los ojos de los dos, brillan cada vez que se tienen cerca, sus miradas, trasmiten solo amor, y me emociona y me encanta, y me vuelve a emocionar.


Y vos ya te habías largado a llorar. Maricona.

Pedro se había parado rápidamente y se puso atrás tuyo, reconfortandote con sus brazos.

Ana les sonrió.

-Ves lo que digo? Yo también estoy llorando, en otro momento el hubiese venido hacia mí.
-Yo...-empezó Pedro
-No es un reproche Pepe, me emociona que hayas superado eso- dijo mordiéndose el labio superior- siempre pensaste que me debías más de lo que hiciste, veía como te aferrabas a mí y dudaba si alguna vez ibas a poder superarlo, si ibas a poder ver o querer hacer feliz a alguien además de tu mamá. Por momentos pensé que te estaba fallando, que debía frenarte, pero sabía que alguien aparecería, por eso quería conocerla

Y ella acarició tu mano y la de Pedro que estaban entrelazadas en una sola.



***


Luego de la charla sentiste que habían sido muchas cosas, que necesitabas descansar, pensar.
Las palabras de tu mamá aun rebotaban en tu cabeza, una y otra vez.
Hacía mucho tiempo no la veías así tan sincera, tan desarmada, tan frágil.
Para vos, ella siempre había sido frágil, pero no así. Vos pensabas que ella no notaba el esfuerzo que vos hacías por protegerla, por defenderla por demás, no sabía que era tan notoria esa culpa que sentías por cada golpe, cada palabra, cada grito en los que no habías intervenido.
Vos querías protegerla, y al final de cuentas, ella te protegía a vos, como el primer día, como seguramente desde que estabas en su panza.

En algún momento de tu divague te quedaste dormido.
Ahora, te despertabas en tu cama. Estiraste el brazo en busca de Paula que también se había acostado, pero sentiste el vacío, y eso no te gustó.

Escuchaste sus voces en el living.

-Y Juana?
-Mejor, los médicos están más esperanzados- decía tu novia.
-Ay querida, te encontraste con todas
-Y pensar que me metí solita...pero lo vamos a ir sorteando estoy segura- le dijo ella sonriendo y a vos te dolió sentir tanta felicidad. Era raro, algo que nunca te había pasado, te dolía sentir lo que sentías por ella, fue recién ahí cuando te diste cuenta que ella tenía el arma más poderosa, para con vos.
-Bueno, vamos a cambiar de tema. Te voy a enseñar a bailar lambada, porque sino te voy a tener que desheredar como nuera.
-Tan mala soy?
-No, pero vamos a ir mejorando no te preocupes- le dijo tu mamá mientras la arrastraba más cerca del equipo de música.



Paula se reía desde el costado mientras tu mamá le mostraba los pasos

-Dale, vení ahora te voy a mostrar unos pasos por si queres bailar en pareja y no está mi hijo

Y eso no te gustó. Ey, ella era tuya. Y no te gustaba compartir. Menos que menos en un baile tan sensual como la lambada.


-Ey ey ey- interrumpiste la escena.
-Hijo te levantaste, le estaba enseñando a bailar a Pau- te saludó tu mamá sonriendo, feliz.
-Algo de eso escuche, pero no te preocupes, no es necesario- le dijiste abrazando a Paula por la cintura, a lo que ella respondió dandose vuelta con un beso, y tu mamá amplio la sonrisa.
-Ah si? Y eso por qué?- preguntó tu mamá confundida
-Porque no voy a permitir que baile con otro hombre que no sea yo- le dijiste aumentando la fuerza del agarre y frunciendo el ceño.

A lo que ellas te respondieron riendo.

Paula se dio vuelta y te regalo un sonrisa, como solo ella podía hacerlo.
Y te sentiste flaquear.
Te perdiste en el brillo de sus ojos, y confirmaste lo inevitable.


Ella tenía un arma contra vos... tu corazón en la palma de su mano.




Nada más fuerte que la conexión madre-hijo. Y nada más peligroso que descubrir que tu corazón está en manos de otro. ♥

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